September 22, 2025
¿Alguna vez te has preguntado cómo se forman los cálculos renales? Aunque son comunes y suelen causar mucho dolor, muchas personas no saben realmente qué los provoca ni cómo prevenirlos. Esta guía explica de manera sencilla qué son, por qué se forman, cómo reconocer los síntomas y qué puedes hacer para evitarlos en el futuro.
¿Qué son los cálculos renales?
Los cálculos renales son masas duras formadas cuando ciertos minerales y sustancias químicas de la orina se cristalizan y se acumulan. Estos pueden ser tan pequeños como un grano de arena o tan grandes como una piedra de golf. Los cálculos pequeños pueden pasar por el tracto urinario sin dificultad, pero los más grandes pueden bloquear el flujo de orina y causar dolor intenso, infecciones o incluso daño renal.
Tipos de cálculos renales
Hay cuatro tipos principales de cálculos renales. Los cálculos de calcio oxalato son los más comunes y se forman cuando el calcio se combina con oxalato, un compuesto presente en muchos alimentos. Los cálculos de ácido úrico también son frecuentes y pueden estar relacionados con la dieta o con una tendencia genética. Los cálculos de estruvita se asocian generalmente a infecciones urinarias, mientras que los de cistina son raros y ocurren en personas con una condición hereditaria llamada cistinuria.
Calcio oxalato
El tipo más común. Se forman cuando el calcio se une al oxalato presente en muchos alimentos. Puede tener un componente hereditario.
Ácido úrico
Comunes y en algunos casos hereditarios. Pueden formarse por alimentos y bebidas que aumentan el ácido úrico. La enfermedad renal o el exceso de peso aumentan el riesgo.
Estruvita
Menos comunes. Generalmente se deben a infecciones renales o urinarias.
Cistina
Muy raros. Ocurren en personas con una condición hereditaria llamada cistinuria.
Cómo se forman los cálculos renales
Los cálculos renales suelen formarse cuando la orina se vuelve demasiado concentrada y los minerales comienzan a cristalizar. Esto ocurre con más frecuencia cuando no se bebe suficiente agua. Otros factores que aumentan el riesgo incluyen consumir demasiada sal o azúcar, ingerir grandes cantidades de proteína animal, tener antecedentes familiares de cálculos y padecer afecciones como obesidad, gota, enfermedad renal o trastornos digestivos. Algunos medicamentos y suplementos, como dosis altas de vitamina C o calcio, también pueden favorecer su desarrollo.
Señales de alerta
Cuando un cálculo bloquea el flujo de orina, el dolor aparece de forma repentina y puede ser intenso. El dolor suele sentirse en el costado o la espalda, y a veces se desplaza hacia el abdomen o la ingle. Otros síntomas incluyen sangre en la orina, náuseas, vómitos, fiebre, escalofríos y orina turbia o con mal olor. Si experimentas estos síntomas, es importante buscar atención médica lo antes posible.
- Dolor intenso en el costado o la espalda
- Molestia persistente en el abdomen
- Sangre en la orina
- Náuseas o vómitos
- Fiebre o escalofríos
- Orina con mal olor o turbia
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Tratamientos disponibles
El tratamiento depende del tamaño y la ubicación del cálculo. Si es pequeño, es posible que solo necesites beber más agua para ayudar a expulsarlo de forma natural. Cuando el cálculo es grande o causa complicaciones, pueden ser necesarias intervenciones médicas.
Entre ellas:
Se encuentran la litotricia por ondas de choque, que desintegra el cálculo en fragmentos pequeños
La nefrolitotomía percutánea, una cirugía para retirar cálculos grandes
La ureteroscopía, un procedimiento en el que se introduce un tubo delgado para localizar y extraer el cálculo.
Cómo prevenir los cálculos renales
Afortunadamente, muchos cálculos renales pueden prevenirse con hábitos saludables y pequeños ajustes en la vida diaria. Mantenerse bien hidratado es la medida más importante: beber suficiente agua ayuda a diluir la orina y dificulta que los minerales se acumulen y formen cristales. Una buena meta es que tu orina sea de un color amarillo claro la mayor parte del tiempo.
También es recomendable reducir el consumo de sal y azúcar, ya que estos pueden aumentar el nivel de calcio en la orina y favorecer la formación de piedras. Obtener el calcio de los alimentos, como lácteos bajos en grasa o alternativas fortificadas, es preferible a tomar suplementos, a menos que tu médico te lo haya recetado específicamente.
Si eres propenso a cálculos de oxalato, limitar alimentos muy ricos en oxalatos —como espinaca, betabel, ruibarbo, almendras o papas fritas— puede marcar la diferencia. Sin embargo, no se trata de eliminar completamente estos alimentos, sino de equilibrarlos con alimentos ricos en calcio para reducir la absorción del oxalato.
Disminuir la ingesta de proteína animal también puede ayudar, ya que el exceso vuelve la orina más ácida, lo que favorece la formación de ciertos tipos de cálculos. Probar con proteínas vegetales como frijoles, lentejas, tofu o garbanzos es una excelente alternativa nutritiva y accesible.
Finalmente, si has tenido cálculos renales antes o tienes condiciones que aumentan tu riesgo, es esencial trabajar con tu médico o con un dietista renal. Ellos pueden orientarte en un plan personalizado basado en tu historial, tus análisis de sangre y orina, y tus hábitos alimenticios. Con la guía adecuada, muchos casos de cálculos renales pueden prevenirse o reducirse significativamente.
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3 puntos clave
3 puntos clave
Beber suficiente agua y mantenerse hidratado es la forma más efectiva de prevenir la formación de cálculos renales.
La dieta influye directamente en el riesgo: demasiada sal, azúcar y proteína animal aumenta la probabilidad de desarrollar cálculos.
Conocer tus factores de riesgo y trabajar con tu médico puede reducir significativamente la posibilidad de que los cálculos regresen.


















